Para Walter Benjamin, el artista moderno era una especie de trapero que acumulaba y seleccionaba desechos para
darles forma y sentido nuevos. En el mundo caracterizado por la saturación
icónica que describe Fontcuberta, podemos observar también como muchos artistas
han reiniciado – y hasta un cierto punto han puesto de moda – el hecho de aplicar
estrategias de recolección y seriación de imágenes para llevar a cabo lo que
podría justamente denominarse una “obra-colección”. Artistas que, según
Fontcuberta, por un lado constatan que mucho de cualquier cosa, es interesante;
y, por otro, que aplicar criterios de clasificación a la diversidad de un
“archivo” representa otra forma eficaz de construir sentido[1].
En sus reflexiones a propósito de
la exposición Obra-Colección. El artista como coleccionista[2],
Fontcuberta expone la idea de que la pulsión de coleccionar y la estructura de
la colección cobra así naturaleza de poética artística. En un ensayo sobre su
trabajo, Umberto Eco la calificaba de “poética de la enumeración o del
catálogo” que se contrapondría a una “poética de la forma acabada”. Para Eco,
“la ‘poética del catálogo’ es una característica de los tiempos de duda
respecto a la forma y naturaleza del mundo, en oposición a la ‘poética de la
forma’ acabada, típica de los momentos de certidumbre sobre nuestra identidad”[3].
La misión de los creadores puede
entonces también consistir en restablecer un nuevo orden. “Disponemos de
suficientes elementos para afirmar que existen catálogos y catálogos: unos nos
dicen que el mundo es repetitivo; los otros, que siempre es sorprendentemente
distinto”[4].
Ahondamos en la idea de repetición en relacional a la música y
a la musicalidad de la mano de Vladimir Jankélévitch, nuestro autor de
referencia en lo que se refiere a la inefabilidad de la música. En un
desarrollo significativo no musical, escribe Jankélévitch, lo que se ha dicho
no debe repetirse; en música y en poesía, en cambio, “lo que se ha dicho queda
todavía por decir y por decir, e incansable e inagotablemente por repetir.
Callarse, en ese dominio, con el pretexto de "todo esta dicho" es un
sofisma sustencialista y cuantitativo: seria como rechazar escribir un poema
sobre el amor porque el tema ya ha sido tratado”[5].
¿Que periodista va a decidir callarse ante el hambre? ¿O ante
la guerra?. Por mucho que las nuevas tecnologías hayan empujado a la sociedad
hacia una transformación de la figura de su prescriptor de consciencia, los
viejos temas siguen siendo los mismos en la nueva profesión. El periodista, más
que venirse a bajo ante el bombardeo de mensajes con el que contraataca el
ejercito de nuevos informadores en el que se han convertido la ciudadanía. Debe
recluirse en su rol de analista de la realidad y de buen narrador y ver en la
repetición musical el camino que ha llevado a otros creadores a hacer que su
canción de amor favorita sea tu canción favorita entre todas las canciones de
amor.
La repetición que propone la forma sonata recrea. “Recrear”,
afirma Jankélévitch “en este caso, es crear, lo mismo que rehacer es hacer, o
que recomenzar es comenzar, siendo la segunda vez tan inicial como la primera,
y la reexposición tanto como la exposición”[6].
Si para Jankélévitch una sonata es aquella forma donde no hay
(sino metafóricamente) "ideas" a desarrollar, la reexpedición no es
una repetición, antes al contrario, es el principio de un orden. Es una
cuestión de diseño. Del mismo modo en que la armonía y regularidad en
tipografía Helvetica supuso una revolución en su perfecta adaptación y
adaptabildad hacia las necesidades de comunicación de los diseñadores y los
creativos europeos y norteamericanos a finales de los años sesenta, las
características de la forma sonata (dejando la tonalidad al margen) se nos
revelan como adecuadas para la construcción del mensaje periodístico en el
formato multimedia. “La forma se nos hace sensible por la regularidad
cadencial, que ofrece una ilusión de simetría, del sistema cerrado y del
circuito. Reexponer un tema, significa conferirle una luz y un sentido nuevos”[7]
En julio de 2003, el suplemento El cultural del diario El
Mundo publicaba un texto titulado La fotografía, breve suma, en el que
Susan Sontag relacionaba con catorce premisas la fotografía y su interpretación
con la condición de modernidad, que no de postmodernidad. La premisa que la
cerraría si se hubiera tratado de un decálogo constata que “conocer es,
sobretodo, reconocer”[8].
¿Hemos de reconocer – en un sentido vivencial – la guerra para
entender su representación? No. Hemos de reconocer la pérdida, el miedo, el
desconcierto, el luto, la resistencia… pero sobre todo, el triunfo, el fracaso
y la derrota. Todos aquellos aspectos que un individuo puede reconocer – en un
sentido vivencial –a pesar de no tener en su recuerdo una experiencia directa[9].
Volviendo al terreno de lo musical, pero aún en relación al
diseño de información, podemos añadir que "con independencia de todo
recuerdo concreto, el puro hecho de la sucesión y de la preterición, en otras
palabras, el desnudo ser pasado del pasado, impediría ya a lo mismo el seguir
siendo exactamente lo mismo. Este condicionamiento infinito adquiere, en el
devenir, la forma de la alteración continua. Es por ello – insiste
Jankélévitch, que el da capo supone
una arrebatadora sorpresa, porque el tema sólo revela todo su significado
cuando es reconocido." La reexposición según Jankélévitch activa en
nosotros una suerte de reminiscencia. "Volver a oír y volver a tocar son
un método de descubrir infinitas relaciones nuevas, correspondencias sutiles,
bellezas secretas e intenciones ocultas[10]”.
Hecho el recorrido propuesto por Jankélévitch podemos concluir
que , “si toda esa riqueza es recibida cada vez como un efecto en conjunto y
con una emoción simple, esa misma emoción , con el paso del tiempo, cambia
incesantemente de color”[11].
[1] Fontcuberta. Conferencia "La furia de las imágenes" https://soundcloud.com/marta-delatte/postfotografia
[2] Fontcuberta, From Here On. La obra colección p.122
[3]
Umberto Eco, “Sobre Arman”, en Arman,
Galerie National du Jeu de Paume, París, y Fundació la Caixa, Barcelona, 2001.
[4]
Umberto Eco, op.cit.
[5]
Vladimir Jankélévitch, La música y lo inefable. Alpha Decay, 2005 Pag 51
[6] Ibíd
[7]
Ibid pag 51-52
[8]
El Cultural, El Mundo (10 Julio de 2003)
[9]
Marta Delatte, Proposta ètica per al conflicte de la representació de la guerra
en la era digital. Trípodos pag 140.
[10] Jankélévitch. Ibíd Pag 52
[11]
Ibíd pag 53
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